martes, 11 de septiembre de 2012

 
 
La  apropiación de la lengua escrita como proceso constructivo, interactivo y de producción cultural.
 
 
En el proceso de apropiación de la lengua escrita, es fundamental partir del contexto sociocultural, donde el niño y la niña están inmersos, ya que éste es el medio en que interactúa y se relaciona con los demás. En ese contexto, mediante diferentes formas, gestos, palabras, el niño y la niña expresan lo que sienten y piensan. Lo que se constituye en un aspecto importante en este proceso, en la medida que vayan adquiriendo la necesidad de comunicarse, descubrir su mundo y de socializar con los demás.
 
Al respecto Emilia Ferreiro (1997) indica que los procesos de leer y escribir son construcciones sociales, donde cada circunstancia histórica da nuevos sentidos a estos procesos, y en donde la madurez para la lectoescritura, dependerá mucho más de las ocasiones sociales que les permitan al niño y la niña, comprender cognitivamente la información que reciben de los demás, de los textos, la información obtenida en estos actos y la información específica destinada a ellos.
 
La adquisición de la lengua escrita es vista como un proceso en que el niño y la niña construyen mediante la interacción con su entorno y las experiencias concretas y significativas. Así los procesos de leer y escribir son construcciones sociales, que el niño y la niña van construyendo, comprendiendo y utilizando de acuerdo con sus experiencias, madurez e interés.
 
Gómez Palacios (1982) propone los siguientes niveles en la adquisición de la escritura:
 
Concreto: en este nivel, el niño y la niña no difieren dibujo de escritura. Señala las imágenes y los textos no significan nada para ellos.
 
Simbólico: descubre que la escritura representa algo y puede ser “leído” o interpretado.
 
 En este nivel el niño y la niña manejan varias hipótesis:
 
Hipótesis del nombre: el niño y la niña consideran que los textos dicen el nombre de los objetos o figuras próximas a ellos. Reconocen que dibujo y escritura están  que los textos tienen un significado; pero para lograr identificarlo debe ir acompañado de un dibujo.
 
Hipótesis de cantidad: dependiendo del momento del proceso evolutivo, el niño y la niña establecerán que tiene que existir cierta cantidad de grafías para que el texto diga algo.
 
 
Hipótesis de variedad: para que un texto pueda ser leído, es necesario que los signos usados sean variados.
 
 
Lingüístico: empieza a existir una relación entre la escritura y los aspectos sonoros del habla. En este nivel, también se encuentran algunas hipótesis que el niño y la niña van planteándose:
 

Hipótesis silábica: la escritura está formada por tantas letras como sílabas tenga.
 
 
Hipótesis alfabética: el niño y la niña llegan a conocer las bases del sistema alfabético de escritura y cada fonema está representado por una letra.
 
 
Asimismo, Ruiz (1999) propone 3 niveles en la adquisición de la habilidad de leer:

Concientización del lenguaje escrito en el entorno social: el niño y la niña reconocen que el lenguaje escrito que observan en su entorno, como rótulos, etiquetas y otros, comunican mensajes.
 

Concientización del lenguaje escrito en libros: el niño y la niña reconocen la diferencia entre el lenguaje escrito en los libros y el lenguaje oral. Identifican que un cuento tiene principio, desarrollo y final. Se desarrollan las relaciones espaciales y otras habilidades para manejar los libros.

Inicio de la lectura de libros: el niño y la niña utilizan las láminas como clave; parafrasea. Reconoce que son las palabras escritas las que dicen el cuento.
 
Cada una de estas etapas se presenta en el niño y la niña, según su interés y desarrollo biológico, sin que se den presiones por parte del adulto que esté involucrado en este proceso.

Es de gran importancia, tener conciencia de que la adquisición de la lengua escrita es un proceso en que el niño y la niña son quienes asumen el papel principal. Por lo tanto, son los que marcan el ritmo de sus niveles de internalización. Tomando en cuenta lo anterior, el y la docente debe incentivar a los estudiantes y enriquecerlos con actividades creativas, cotidianas y naturales. El y la docente tienen en sus manos la labor de propiciar de forma natural, un proceso que el niño y la niña comenzaron en sus hogares y con experiencias de sus entornos.
 

Revista Electrónica “Actualidades Investigativas en Educación”

Volumen 6, Número 3, Año 2006, ISSN 1409-4703

 

 

 


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